El existencialista hastiado by Howard Mumma

El existencialista hastiado by Howard Mumma

autor:Howard Mumma [Mumma, Howard]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Crónica, Memorias
editor: ePubLibre
publicado: 2000-05-01T00:00:00+00:00


CAPÍTULO CUATRO

Al día siguiente, fui a ver al doctor Cayton Williams, el pastor de la Iglesia Americana, y le pregunté si tenía una traducción francesa de la Biblia que le pudiera dar a un amigo.

—Tengo una —dijo, mientras se levantaba apoyándose en el escritorio y caminaba hacia la estantería—. ¿Alguien en particular? —preguntó según pasaba los dedos por los libros y se detenía finalmente sobre una de las cubiertas, extrayendo el libro del estante.

—La verdad, es para Albert Camus.

Al doctor Williams se le arquearon las cejas y la frente se le arrugó.

—Claro —dijo, mirándome fijamente por encima de sus bifocales—. Bueno, tráigalo a mi despacho y yo se la daré personalmente.

Llamé a Camus y le pedí que viniera a la iglesia para que pudiera darle algo. Le recibí ese miércoles cuando llegó y le llevé arriba, al despacho del doctor Williams. Los pasos que daba Camus eran lentos, mientras respiraba profundamente. Hasta ese momento no me había dado cuenta de lo débil que en realidad estaba. En lo alto de las escaleras le ayudé a llegar hasta una silla. Cuando empezó a toser, salí rápidamente a buscar un vaso de agua. Me había contado que tuvo tuberculosis de joven, pero yo no había comprendido cuánto había debilitado aquello sus pulmones.

Tras unos diez minutos, entramos en el despacho del doctor Williams. Se levantó de su mesa y tendió la mano a Camus, diciendo:

—Hola, hola, estoy encantado de conocerle.

Camus estrechó su mano y le devolvió la sonrisa. Entonces, el doctor Williams se apoyó en el borde frontal de su mesa, sujetando el libro en su regazo. Pasó la mano sobre el cuero rojo.

—Es un placer para mí obsequiarle con una traducción francesa moderna de la Sagrada Biblia —sonrió, elevando el libro hasta que las letras doradas repujadas quedaron frente a Camus.

Cruzaron varias frases en francés y Camus expresó su agradecimiento antes de continuar en inglés por mí.

—Estoy seguro de que el doctor Mumma estará feliz de guiarle en el aprendizaje de la lectura de la Biblia. Espero que usted encuentre algo de sabiduría en ella —dijo esto con una sonrisa, mientras estudiaba a Camus y su reacción.

—De eso estoy seguro —afirmó Camus, y hubo una breve pausa—. Bueno, me temo que no me puedo quedar más —dijo.

Con eso, le acompañé abajo, de vuelta a su coche. Me dio las gracias otra vez antes de subir al vehículo y arrancar con la Biblia en el asiento de al lado.

No vi a Camus por un tiempo. Dejó de asistir a misa y me preguntaba por qué. Entonces, una tarde estaba sentado junto a la ventana en mi salón mirando a una pareja tras otra pasear junto al Sena, cuando el timbre de la secretaría me llamó al teléfono.

—Howard —dijo Albert enérgicamente—, he terminado los libros del Génesis y el Éxodo y me han encantado los relatos del viaje de los hijos de Israel a la Tierra Prometida.

Mi ánimo se reactivó cuando oí su voz:

—Estupendo —dije—, me alegro de que esté pasándolo bien con ellos.

—Pero



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